Saltar al contenido

Navidad temprana

    A veces el cansancio te gana la partida de ajedrez… Y ENTONCES LLEGA NAVIDAD…

    1661046508368

    He escrito esto tres veces, y es que solo en ocasiones debemos perdernos para encontrar lo que necesitamos, y aun lo que necesitamos no siempre es suficiente, así que empiezo diciendo…

    ¿TU ERES BANCO? Me preguntó El Dr Pérez Hernández mientras me asesoraba en una consulta, y créanme queridos lectores que cuando un psiquiatra de su calibre te mira fijamente cuestionando esto puede hacer que te tiemblen las piernas y demás áreas aledañas (sobre todo cuando la mirada parece conocer la respuesta, y aunque digas la verdad, los ojos del interlocutor reflejan un ¨seguro te falta algo más¨, y sin darte cuenta empiezas: ¨todo comenzó en mi niñez¨)… por un chin y lloro. Él nunca supo lo que su pregunta me marcó, jamás supo que uno de los pilares de mi vida cuando pretendo ejercer una acción vino de una simple pero tan dolorosa pregunta, y hoy, escribiendo para ustedes quiero explicar lo que tres sencillas palabras pueden cambiar tu vida, pero antes de empezar a barrer el polvo de un viejo armario quiero que pensemos ¿QUE HACE UN BANCO?

    Hablemos del duelo, esperando que a esta altura del juego comprendiéramos que el duelo no está limitado a la muerte, que cualquier perdida por menor o mayor que sea puede dar inicio a un proceso, y que cualquier proceso que se lleva a cabo va cargado de características personales, individuales, colectivas y emocionales. Enfrentar la muerte para mi ha sido común desde joven, he tenido experiencias cercanas a ella, he vivido con la muerte en mi trabajo, en mi casa, en mis palabras y en mi mundo, pero como toda experiencia las reacciones están sujetas a la cercanía, a las emociones e incluso al amor. Los mecanismos de acción y de manejo van a estar determinados por el aprendizaje previo, social y familiar, por eso los duelos son manejados en la manera legada, unas publicaciones atrás hablamos sobre la percepción actual de la muerte y la evolución histórica de estos procesos, como me dijo un sociólogo conocido hace unos días  y a quien citaré más adelante, todo está arraigado al residuo histórico, sin embargo hay algo más allá, y es la emocionalidad que existe en la tradición.

    Ahora, culturicemos el duelo, el que me ha venido leyendo desde hace un tiempo me escucha hablar bastante sobre cultura, amo recalcar para que no se nos olvide que toda acción va a estar sujeta a una alta carga cultural, y cuando perder se hace parte de la vida no entran solo las reconocidas etapas asociadas al duelo, esas que hablan de la Negación, Ira, Negociación, Depresión, Aceptación y hasta la Culpa, etapas que detesto enumerar u ordenar porque seamos realistas, ni cumplen un orden específico, ni siguen un patrón puntual de características, suelen repetirse en un mismo proceso y aunque a grandes rasgos la sintomatología mantenga indicadores propios de una clasificación cada duelo es diferente, y clasificar muchas veces encasilla, por esto en ocasiones conocer los nombres que engloban una característica te pueden mantener encerrado en el proceso, pero!!!, porque todo tiene un pero en esta vida, pueden también guiarte para salir de el, simplemente explicado con las palabras que me dijeron hace unos días ¨Las etiquetas son tan dañinas en algunas cosas, como necesarias en otras¨, gracias por decírmelo tan claro.

    Y aquí viene la correlación del proceso, toda persona en algún momento de su vida experimenta el recurso de la evasión, evadimos momentos, verdades, realidades vividas o  recuerdos, el día de hoy por ejemplo les habla una persona que ha pasado casi todos los procesos dentro de este mecanismo, yo evito, si, evito y lo identifico, porque identificar lo que sucede me permite intentar manejar mi situación, controlar, medir mis pasos y sobrellevar las condiciones sin llegar a un punto de afección directa a mi persona (o al menos lo intento), y con esto quiero que comprendamos que por ejercer esta carrera no quiere decir que nuestra vida está resuelta y en orden, es todo lo contrario

    Y SOLO AQUÍ EMPIEZA LA CRISIS… en el simple obsequio ¨barato¨ de nuestra presencia en la que podemos ofrecer nuestras energías, y asumo el riesgo de llamarlo barato porque seguimos creyendo que darnos a nosotros mismos como regalo es solo parte del proceso.

    A veces damos demasiado y quitamos responsabilidad, damos hasta que en ocasiones ya no queda nada de nosotros, ayudamos porque quizás el otro nos necesita, estamos disponibles a todas horas por temor al abandono o a que nos alejen del lugar que creemos merecer, damos dinero, amor, soluciones, ideas, lágrimas, bromas y ofrecemos risas extras, como si las anteriores no fuesen suficientes, y después de todo eso damos un poco más, como si aún quedaran energías; Amo el ritual de las torres del silencio, no se si recuerdan unas publicaciones atrás donde comentábamos sobre ellas, y son un pleno ejemplo de una abnegada entrega en donde tu cuerpo queda expuesto al sol y a los elementos para ser devorado por animales carroñeros, completamente desnudo en el osario en el centro de la torre (siempre al centro de la entrega), y no es hasta que no quedan más que huesos que se te es permitido acceder a uno de sus anillos, como por si fuese poco para ganar el acceso necesitas seguir dándolo todo de ti. Y EMPEZAMOS A SER BANCOS.

    Y NOS PERDEMOS, Y NOS DAMOS TANTO QUE INICIAMOS EL DUELO

    Y así amados lectores descubrí que definitivamente esto no es lo que quiero…

    Dar se convierte en nuestro mecanismo de evasión, y es por esto que quiero que veamos el obsequio de una manera diferente, cuando entramos en el duelo solemos acceder a características no siempre reflejadas en nuestra personalidad, lloramos y nos damos el tiempo para hacerlo porque es lo que necesitamos (al fin algo positivo, se puede decir), pero ¿Qué pasa cuando el dar tanto de nuestra hidratación personal se convierte en un estilo de vida con características patológicas? ¿Qué sucede cuando le damos demasiado espacio en nuestro hogar a la persona o etapa que ha partido? ¿Qué sucede cuando le hacemos altares de fotos a nuestros muertos, cuando 50 años después aún guardamos su ropa (y créanme que conozco el caso}, o cuando dejamos de realizar actividades para no volver al recuero? Díganme ¿Qué pasa cuando damos dinero porque sentimos pena en vez de ayudar a organizar la vida de esa persona? ¿Díganme que pasa cuando nos obsesionamos con el sexo, la bebida, el orden, la limpieza, como mecanismo de evasión? ¿Díganme que pasa cuando damos tanto de nosotros que olvidamos lo que somos y lo que nos hace daño? ¿Díganme que pasa cuando encontramos un refugio en nuestras fiestas?

    Luego te dices a ti mismo, ¨el banco cobra¨, seguro estaré bien, la pregunta aquí radica en ¿cómo cobrarás tú?, ¿cuánta energía conlleva cobrar y cuanto trabajo lleva esa materialización?, ¿Cuáles sentimientos van después de la pena y como llegarán a ti? Y con eso no expongo que necesitamos crear una antítesis al duelo, solo digo que toda acción lleva una consecuencia, todo proceso de dar conlleva un retorno, y todo estímulo tiene una respuesta.

    Y que mejor historia tan triste como una válida justificación sustentada en el dolor

    COMO DICE CHARLES BUKOWSKI EN ¨LA SENDA DEL PERDEDOR: LUEGO NO HAY NADA… LUEGO UN ÁRBOL DE NAVIDAD.

    P.D: FELIZ NAVIDAD Y BRINDO A TU SALUD

    28 comentarios en «Navidad temprana»

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    Abrir chat
    💬 ¿Estás listo para continuar?
    Hola 👋
    ¿En qué podemos ayudarte?